Domingos Impares #32
Sin vidriera
Un perro me pide con urgencia salir a la calle. Es el mío, que hace su reclamo cada mañana como un ritual fundamental para empezar el día, a lo cual no me opongo. Entonces, vamos.
Caminata y trámites territoriales. Salgo sin el teléfono, entonces mi actividad es solo mirar y acompañar en silencio. Los árboles, las calles vacías de un domingo a la mañana, algunos vestigios de la noche anterior, una pelota rota en la vereda, un reflejo en una ventana. Qué cosa ese automático por mirarse en cualquier espejo.
Ayer me vi en un video en el que no sabía que estaba siendo filmada. Descubrí una yo inusual. Qué extraño verse sin posar. A veces siento que todos, menos yo, me conocen más de lo que creo, porque me han mirado desde todos los ángulos, con todos mis gestos, en momentos donde no hay una vidriera que me escude. O bien, me conocen de una manera distinta.
Cómo nos percibimos y cómo creamos nuestro mundo.
Mi mano. Ejercita la pose. La miro y la observo, ensaya movimientos y danzas frente a la cámara. La busco suave y blanda, delicada y curva. Y aun así, cuando miro la imagen revelada, veo una mano que busca, que recibe, que espera. Refleja un universo interior. En el fondo, siempre hay sinceridad.
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Hasta el próximo Domingo Impar 🙂