Domingos Impares #56

Lugar

Anoche soñé que me tomaba un avión. El momento en que éste toma envión y velocidad para despegar me implica una emoción muy esperada. Cada vez que sucede siento que algo dentro mío también se despega del suelo. Ahora el horizonte es aire, vapor intenso y una perspectiva privilegiada del sol.

En medio de la estabilidad en el aire, me quito el cinturón y salgo de mi asiento. Me dirijo hacia una de las salidas de emergencia. Sé que estamos a miles de kilómetros de altura, pero no tengo miedo, entonces tomo la manija y abro la puerta.

En teoría, el aire externo me hubiera chupado violentamente hacia afuera del avión, pero en cambio, esta vez, salí caminando, con un equilibrio paradójicamente involuntario e impactante, sobre una superficie invisible pero firme. Cada paso era un acto de fe, porque si bien no me habitaba el miedo, había incredulidad racional y una confianza inexplicable a la vez. Mi educación religiosa se presenta: ¡Camino como Jesús en el agua!

Cuando me encontré a una buena distancia de la puerta, me detuve y me quedé suspendida, mirando mis pies sin soporte, aun sin comprender cómo llegué ahí. Debajo, un infinito de nubes densas. Alguna vez, cuando fui chica, fantaseé con este cielo. Irse al cielo era estar reposando sobre las nubes acolchonadas.

El avión, me doy cuenta, estaba detenido, flotando, a la espera de mi retorno. Entonces, volví a caminar hacia la cápsula viajera, me ubiqué en mi lugar y cerré los ojos. Es hora de despertar.


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Hasta el próximo Domingo Impar 🙂