Domingos Impares #36
El camino imaginario
Como ya conté en este newsletter, hace unas largas semanas que estoy viviendo en Brasil. En el proceso migratorio me puse a pensar en aquellas primeras veces que viví en otros lugares y en cuántas “primeras veces” experimento a diario, pero que no registro.
Hay algo de los años caminados, que me hace creer que las primeras veces ahora son más lavadas y menores. Un sabor nuevo, una técnica diferente para aprovechar mejor el tiempo, la textura de suelo de otra latitud con los pies descalzos, una música, un libro. En general, aunque emocionante, pocas veces con la efervescencia nerviosa e infantil.
Esta vez registro que hay una “primera vez” matriz: vivir cerca del mar. Aunque todavía no caigo en la cuenta y no hay una asimilación física, existen esbozos racionales acerca de, por ejemplo, el despojo y la libertad que implica no cubrirse tanto el cuerpo, de conseguir frutas tropicales y comer más pescado, de la arena en los bolsillos y el pelo enloquecido por la humedad.
Sin embargo, una primera mañana. El agua fresca, aunque no fría; el cuerpo sumergido, sin tocar fondo; brazadas y asomos para no perder el camino imaginario. Giro la cabeza hacia fuera para tomar aire y, aunque son las 8 de la mañana, el sol ya está muy arriba y apenas me deja abrir los ojos. Vuelvo a hundir la cara en el agua celeste turbio y el crol se vuelve pecho, mi nado favorito. El desliz potente, me siento una gaviota planeando en punta, rompiendo las paredes de agua.
El plan lejano de hace un tiempo, hoy es una pista, algo novedoso: un vértigo desafiante y con sonrisa, una primera vez en las aguas abiertas del mar, un vínculo nuevo, una cercanía, una apertura.
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Hasta el próximo Domingo Impar 🙂