Domingos Impares #4

Ojos ancestrales

La mayoría de las veces no digo dónde saco las fotos porque no es lo más importante, sino que busco manifestar un paisaje interior, un retrato de mi mente.

Sin embargo, te cuento, esta foto es en Catamarca, Argentina, en un camino que me llevaba a Pomán y Belén, los pueblos de mis abuelos maternos.

Esta vez sí importa el lugar porque el retrato de mi mente tenía que ver directamente con ese paisaje exterior, que despertaba emoción y pertenencia.

Al igual que cuando conocí la provincia de mis amigas salteñas y me conmoví por conectarme con el lugar que nutrió su esencia más profunda. Sin saber mucho de sus infancias, las imaginé respirando ese aire, naturalizando esos paisajes y las abracé a la distancia en tiempo y espacio.

Con mis abuelos es una cuestión de raíz, claro, de identidad. Mi abuela nos retrató siempre Pomán de su infancia, su lugar feliz, y aunque fui pocas veces, esa plaza donde siempre jugaba es más familiar que la plaza cercana a mi casa en Córdoba, la de toda la vida.

Mi abuelo, en cambio, nunca habló de su Belén y siempre fue una incógnita, al punto que nunca había investigado sobre ese lugar, supongo que por una cuestión de lealtad.

Observar los mismos paisajes que ellos miraban es como transportarme a una dimensión ajena, como si encuerpara sus jóvenes ojos con la cabeza apoyada en una ventanilla. Habrán dado por sentadas esas montañas, su entorno diario. Y alguna vez vieron ese paisaje por una última vez, cuando un día decidieron dejar Catamarca por un borrón y cuenta nueva.

Sin embargo, mis raíces ancestrales, de las cuales me falta mucho por saber, se vuelven cuerpo cuando llego a las montañas húmedas e, inmediatamente después, marrones y facetadas... y mi pecho vibra, se congestiona y se vuelve bailante.

Si llegaste hasta aquí, ¡Gracias!

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Hasta el próximo Domingo Impar 🙂