Domingos Impares #55

Galaxia térrea

El ir y venir. Contradicción. Estar, no estar. La ausencia que jala a la presencia. Mi cabeza abrumada. Basta de pensar.

Entonces prefiero y decido tomar de guía a las hojas secas que vengo mirando (y que me miran) por la ventana en cada momento en que detengo mi escritura para buscar una idea. Racimos de petrificaciones finas, delicadas, estables y frágiles.

Me imagino lo que sería deshojar cada pequeña rama, sintiendo desprenderse una hoja tras otra, mientras recorro con mis dedos el tallo que las sostiene. Finalmente, salgo de la fantasía y lo hago. Las hojas no se resisten y eso me da placer, sentir la firmeza frágil entre mis manos. Sostengo el puñado con cuidado mientras el aire rellena gran parte de ese montón.

Llevo el placer al siguiente nivel. Para que sea lo más duradero posible, aprieto lentamente los dedos contra mi palma. Siento el crujir y el desarme. Me recuerda al alivio. El volumen se vuelve pequeños fragmentos que apenas ocupan el hueco del centro de mi mano, ahí donde se cruzan todas las líneas.

Libero el grupo de partículas de una palmada al aire, hacia arriba, como si lanzara un polvo mágico a las nubes. Se forma otra nube frente a mis ojos, una marrón, un poco galáctica, efímera. Los pedazos vuelven a ser completitud.

Inmediatamente, caen a la hojarasca a la que pertenecen, para volverse abono. Y yo sacudo de mi mano húmeda los restos de estrellas de tierra.


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Hasta el próximo Domingo Impar 🙂