Los días de neblina casi extrema me tienen encerrada en la casa. Me gusta sentir el calor de la salamandra, alimentarla con la leña, propiciarme el calor yo misma y espejarme en el fuego. Comer, tomar mates, no hacer nada. Es sábado.

Me pregunto sobre esta entrega. Siempre hay un tema que queda inconscientemente dando vueltas en la cabeza. Esta vez, necesito que la fotografía dispare este texto. Hay ausencia de tema para empezar a escribir y a la vez hay muchos.

La posible nevada, el trabajo, la pasión, el duelo, el dar, el recibir, viajar a la ciudad, volver al monte, las noticias, el mundo, la crueldad.

Busco en mi archivo fotográfico, como si fuese un oráculo, aquella imagen que hable y le devuelva una conversación a esos pensamientos aleatorios.

Hay algo del cuidado por lo frágil, lo viejo y lo sabio. O del deseo de no romper. Tengo nostalgia por esa foto que tomé hace más de dos años, de una yo predecible en un día de sol.