Encontré una rosa profundamente roja en medio de un paisaje casi invernal del jardín. Estaba sola en la cantidad de ramas que había, pero frondosa, nueva, aterciopelada, lo cual le daba un semblante de resistencia.

Me pregunté cómo habrá hecho para insistir con su belleza, en un entorno que poco la acompaña, pero que convenció para que la dejara ser en su primavera exorbitante, practicando un desapego con su realidad.

Habilitar la posibilidad de la fantasía. Una fuerza interior que permita inventar un modo de ser y estar, a pesar de todo. Inventarse. No es indiferencia, es convicción, o ganas, o amor. O todo junto.

Me siento interpelada por la rosa, ¿cómo hizo? La estudio, indago en sus perfiles y su relación con la luz. Busco su secreto. Me reflejo con ella para buscarme a mí también. La envidio un poco, pero también quiero ser como ella.